La comunicación es un arma en estos tiempos en los que la velocidad es sinónimo de plata. También es una forma de autarquía... me imagino como habran sido los comienzos de los intérpretes. En las épocas antiguas, algún paisano que hubiera sido víctima de la invasión de por ejemplo, los Romanos, habría sido más rápido que sus concitadinos y habría podido descifrar ese sistema de códigos fonemáticos que salían de la boca de los romanos cuando recaudaban los tributos de sus colonias.
Me es totalmente inimaginable como es que los miembros de un clan se pusieron de acuerdo convencionalmente para establecer como llamar a cada objeto y crear a partir de ellos un significado y un significante. Además el hecho de llegar desde el TAM TAM a la comunicación de masas, de la falta de hilos conductores que establecieran una conexión entre continentes hasta la televisión satelital que nos permite escuchar todo código cifrado de cualquier parte del mundo. Canales europeos, canales amarillos y hasta canales arabes... todo confluye en la caja boba, que a veces es un gran estímulo para darnos cuenta del mundo que está más allá de las fronteras de nuestro hogar!
Ahora bien, el mito de la Torre de Babel nos dice que Dios enfurecido, al querer alcanzarlo construyendo un coloso, nos ha castigado otorgándole a cada pueblo un código cifrado distinto... sin embargo el hombre tiende a la adaptación. Ideas como la inculcación del Esperanto y el difundido uso mundial del Inglés, herramienta para el bolsillo del turista y la cartera del hombre de negocios, nos hacen darnos cuenta de que hay una tendencia a la reunificación de códigos.
El hombre es un robot programable. Cada vez que uno pone en funcionamiento el sistema nervioso, sometiéndolo a ejercicios mentales de cambio de estructuras semánticas y morfológicas, enciende una nueva área del cerebro. Son como zonas que se van encendiendo y adquiriendo un color distinto, o quizá alzan un pabellón con una bandera de las naciones que hablan esa lengua... En el caso de un problema neurológico, el haber hecho uso de este recurso de nuestra máquina programable, hay posibilidades de reconstruir nuestro poder oral a partir de haber encendido estas áreas que parecen haber sido destinadas para romper el mito de Babel.
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